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ENFRENTANDO LO INESPERADO


FERNANDO OCAMPO – Junio 7, 2021

Cuando la vida se viene abajo surgen sentimientos y experiencias que nos afectan física, emocional y espiritualmente. Lo inesperado de la vida nos deja con preguntas sin respuestas y misterios que nos alejan o acercan a Dios. En crisis como la que estamos viviendo, como dice William Farley en su artículo, el arma más poderosa que poseemos es la convicción de nuestra relación con Dios.

¿Cómo podemos superar estos tiempos difíciles? ¿Cómo podemos hallar a Dios en un tiempo donde la vida parece venirse abajo? Vayamos a Job, el libro más antiguo de la Biblia. Este libro narra la experiencia de Job al atravesar la catástrofe más grande de su vida. Job va a demostrarnos la realidad de lo inesperado y a enseñarnos cómo hallar a Dios cuando la vida se viene abajo.

1. Una experiencia misteriosa (Job.1:1-12)

Con los términos “intachable, recto y apartado del mal” la Biblia presenta a Job como un hombre temeroso de Dios que vivía en comunión con Dios. Sin embargo, de repente una serie de eventos trágicos destruyeron su mundo y pusieron a prueba su relación con Dios.

En Job 1:13-19 vemos que en un instante la vida de Job se vino abajo al enfrentarse con un enemigo despiadado, sin nombre y sin rostro, que levanta preguntas para las cuales no hay respuestas. Yendo a Job 1:8-12 descubrimos que Job no tenía idea de la dimensión espiritual que había detrás de todo lo que ocurría en su vida. La Biblia no da una explicación del por qué Dios cuestionó a Satanás respecto a su opinión sobre Job. Ni por qué le dio permiso para probar su fe de la manera que lo hizo.

Al igual que Job, en un abrir y cerrar de ojos, nuestra vida puede dar un giro inesperado y de pronto vernos frente a una crisis para la cual no estamos preparados. Pareciera que no hay una respuesta razonable a nuestros porqués. Lo cierto es que, al igual que Job, no tenemos idea de la dimensión espiritual detrás de las crisis que enfrentamos, solo Dios.

2. Una experiencia abrumadora (Job 1:13-21)

“Cuando llueve, no escampa” dice el refrán. Y esto fue lo que le pasó a Job. Mensajero tras mensajero vino trayéndole noticias devastadoras. Con cada mala noticia aumentó la angustia. Pero el golpe más duro que le movió a Job el piso y sacudió su fe, fue la noticia de la muerte repentina de sus diez hijos.

¿Cómo hizo Job para enfrentar esta crisis? En medio del dolor que lo ahogaba y el peso aterrador de esta experiencia, Job hizo algo tan misterioso e inexplicable como la causa de su situación: “se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar” (v.20) Job no está en una actitud de negación, todo lo contrario, hace luto por la catástrofe que le vino en el transcurso de unas pocas horas. Lo que dijo después es aún más turbador: “El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor” (v.21). ¿Qué quiso decir con esto?

Job reconoce la realidad, autoridad y soberanía de Dios y decide adorar a pesar de sus circunstancias y sus sentimientos. Segundo, Job analiza su situación a partir de la bendición y generosidad de Dios sobre su vida y no de la devastación en que está. Tercero, Job entendía que Dios estaba en control de su vida, sin importar la causa de aquella catastrófica tragedia.

3. Una experiencia solitaria (Job 2:7-13)

Job 1:22 y 2:3 revelan algo inusual. En medio de aquella catástrofe Job insiste en mantener su devoción y fidelidad a Dios. Job nos ayuda a entender que la vida no consiste en la abundancia de los bienes que uno posee (Lc. 12:15). Somos parte de algo más grande que nosotros.

Job está en la ruina, sin hijos y como si fuera poco, ahora se enfrenta a una horrible enfermedad. Turbado por el giro inesperado que había dado su vida, Job está solo, a no ser por la presencia de Dios. Sin poder hacer sentido, sentado en el polvo con una sensación de abandono, Job espera y con toda confianza declara: “Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte. También sé que he de contemplar a Dios, aun cuando el sepulcro destruya mi cuerpo.” (Job.19:25 NVI; 26 RVC)

Aquí está nuestro punto de reflexión:

¿Cómo podemos procesar y enfrentar la realidad de lo inesperado y hallar a Dios en medio de todo lo que estamos viviendo?

  1. Hay un propósito para todo. Lo que le sucedió a Job tenía un propósito elevado y digno. Si consideráramos todos los hechos y aspectos del drama de este tiempo de pandemia que estamos viviendo nos daremos cuenta de que hay una razón suficiente y buena en los designios de Dios, que es volvernos a Él

  2. Este es un tiempo decisivo para el mundo. Dios está llamando nuestra atención para volvernos a Él y probando la convicción y pureza de nuestra relación con Él. Tenemos que abrir los ojos a la realidad de que la vida está conectada con lo espiritual y lo eterno. Tenemos que darnos cuenta de que somos parte de algo más grande que nosotros y hasta que no lo entendamos la vida no tendrá ningún sentido.

  3. Mantengamos la devoción y fidelidad a Dios. De principio a fin de la tragedia de Job hubo un largo período de silencio misterioso y desesperante de parte de Dios. En el punto más oscuro de su experiencia con lo inesperado Job no culpó a Dios, sino que mantuvo su devoción y fidelidad a Dios y demostró que, en las crisis, el arma más poderosa que poseemos es la convicción de nuestra relación con Dios.

  4. En toda situación, por muy difícil o cruel que sea, Dios se manifestará y nos restaurará. Aunque Dios guarde silencio y nada tenga sentido, al final Dios es quien está detrás y en control de todas las cosas. Como Job, nosotros también podemos encontrarnos con Dios en medio de cualquier crisis. Esta es la confianza que nos mueve hacia la realidad del amor y la misericordia de Dios y transforma nuestras vidas.

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